Entre el 19 y el 30 de agosto se desarrolla en China la “29º Universiada de Verano”, evento más y mejor conocido como Juegos Olímpicos Universitarios. En un acontecimiento único, se reúnen 10 mil atletas de 170 países para competir en 17 disciplinas con la colaboración organizativa y el despliegue de 20 mil voluntarios. Se trata de un evento deportivo y cultural de magnitud internacional que se realiza cada dos años en una ciudad diferente. En esta ocasión, Argentina concurrió con una delegación record de 258 personas, que competirán en atletismo, bádminton, básquet (femenino y masculino), fútbol (femenino y masculino), esgrima, gimnasia artística, natación, tenis, tenis de mesa, tiro con arco, vóley (femenino y masculino) y waterpolo (femenino y masculino). El desempeño de los referentes locales se puede seguir por las redes sociales de la Federación del Deporte Universitario Argentino (FeDUA), y DeporTv transmite a las 21 horas un resumen diario de cada jornada.
“Hay que ocuparse de muchos aspectos. La cabeza se concentra en que los deportistas se alimenten y duerman bien, que puedan desarrollar estrategias para ganar, así como también nos toca consolarlos si pierden”, señala Nicolás Mellino, Coordinador del Programa de Integración Social y Desarrollo Deportivo, perteneciente a la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), y referente de la delegación que ya se encuentra en Taipéi (Taiwán).
Los Juegos Olímpicos Universitarios constituyen el segundo evento deportivo más grande del mundo detrás de los juegos olímpicos tradicionales, en los que -hasta hace muy poquito tiempo- reinaban superhumanos como Usain Bolt y Michael Phelps. Además, los atletas que allí se presentan tienen un nivel excelente: “el 60% de los medallistas de Europa y Asia, por ejemplo, compitieron en estos certámenes cuando todavía cursaban sus materias para obtener un título de grado. Sin dudas, es una competencia de elite y hay que estar a la altura”, señala Mellino, que también ocupa el cargo de Coordinador del Comité Técnico del Deporte Universitario Argentino (CTDUA).
A diferencia de lo que ocurre en Argentina -donde las competencias deportivas se organizan en torno a lógicas de clubes-, en los países con mayor peso en el deporte olímpico, los atletas-estudiantes que compiten, luego, conforman las delegaciones que finalmente representarán a sus banderas a nivel profesional en el alto rendimiento. Por lo tanto, ante la falta de estructura e incipiente articulación -por los problemas de financiamiento y los inconvenientes con los jóvenes profesionales que en muchos casos no son cedidos por sus equipos de pertenencia- el esfuerzo es doble, aunque la recompensa también.
Un abanderado programador
Diego Alegre tiene 25 años y es el único representante de la UNQ en sable, una rama de la esgrima (las otras dos son espada y florete). En la actualidad, es estudiante de la Tecnicatura Universitaria en Programación Informática, y aunque es de Villa Domínico, asegura que la Universidad “siempre será su segunda casa”.
Desde bien temprano, a Diego le interesaron las artes marciales y las prácticas de combate. Ni bien ingresó a la UNQ, optó por revisar qué deportes se practicaban y no lo dudó ni un segundo: entrenaría esgrima. “Cuando arranqué con espada, el maestro me vio condiciones y potencial para incursionar el sable, así que a los 6 meses ya estaba compitiendo. Enseguida obtuve resultados importantes, con podios en torneos metropolitanos y nacionales”, asegura. Sin embargo, su trayectoria no fue nada fácil. “Tuve que dejar de entrenar por 11 meses porque en la fábrica donde trabajaba me habían aumentado las horas, y la carrera me demandaba muchísimo tiempo. Afortunadamente, mi maestro, Lucas Saucedo (Director Técnico de la Selección Nacional de Sable), me apoyó y logré conseguir una beca de la Asociación Argentina de Esgrima (Fundares)”, indica. Y completa, “ello me permitió dedicarme al deporte y continuar con mis estudios”.
Aunque de adolescente quería diseñar un auto a control remoto, con el paso del tiempo, advirtió que con los mismos componentes podía llegar a programar el marcador electrónico que exhibe los puntos durante la competencia. “Las tecnologías que se utilizan actualmente son carísimas (400 dólares aproximadamente). Entonces, si bien comencé con un prototipo funcional que había armado con una caja de zapatillas, me basé en los lineamientos de la federación internacional y un tiempo más tarde desarrollé un dispositivo inalámbrico con aplicaciones telefónicas y marcadores para poder visualizar los resultados en pantalla gigante”.
La importancia de sentir la camiseta
Desde el Programa de Integración Social y Desarrollo Deportivo creen que el deporte está unido a la educación por intermedio de un cordón umbilical. Así lo piensa Mellino, cuando señala: “siempre me pregunté por qué en las universidades no se promovía el desarrollo de los deportes, si cuando cursamos la escuela primaria y secundaria son asignaturas obligatorias”. El concepto de “deporte universitario” implica “la generación de un entramado en el que todas las áreas deportivas de las diversas universidades estén conectadas y trabajen de modo transversal y conjunto”.
Con ese espíritu, se creó la Federación Universitaria en 2012 y se planearon los Juegos Universitarios Argentinos junto a otras instituciones. “Hay pocas actividades que puedan generar el sentido de pertenencia respecto a la UNQ como el deporte. Es muy lindo representar a la Universidad, creemos que ponerse la camiseta también contribuye a la formación de la personalidad de los individuos”, concluye.
