“El virus es interesante por varios motivos. Se aisló el 31 de diciembre de 2019 y en tan solo un poquito más de un mes las investigaciones al respecto avanzaron un montón. Ya contamos con varios genomas secuenciados y podemos saber más o menos de donde proviene ya que pueden emparentarse con otros coronavirus que corresponden a murciélagos”, dice Juan Carballeda, investigador del Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto de Microbiología Básica y Aplicada de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Al momento son 71.329 los infectados y 1775 los fallecidos. La OMS declaró la emergencia internacional. El mundo puede acceder a mapas interactivos que actualizan en tiempo real aquellos puntos geográficos por donde se despliega. ¿Un poco de sensacionalismo? Tal vez, pero lo cierto es que los datos precisos están y no está mal compartirlos. “Está muy poco esparcido por el momento ya que la gran mayoría de casos han ocurrido en China. Están muy cerca y, además, los intercambios se ven potenciados por las relaciones comerciales que establecen”, señala.
Cada ser, a lo largo de su vida, es colonizado por un cúmulo de virus pero ello no se traduce en enfermedad. “Son pseudoespecies que buscan reproducirse, crecer indefinidamente. Cuando se encuentran alojadas en sus hospedadores principales procuran la manera de escaparse a través de salvoconductos como la saliva o la materia fecal. En China existe una coyuntura cultural y sus habitantes tienen más contacto con los murciélagos del que podríamos tener nosotros. Como si fuera poco, existe una cercanía genética que potencia todo esto”, describe Sandra Goñi -directora del Laboratorio- que, cuando refiere a la “cercanía genética”, piensa en que tanto los animales alados como nosotros somos mamíferos. El coronavirus tiene éxito en ambos y se reproduce pronto.
A pesar de que los números crecen día a día, la tasa de mortalidad, afortunadamente, no es tan alta. Desde aquí, ¿qué es lo que hace que ciertas personas infectadas mueran y otras no lo hagan? “Los cuadros de neumonía más complicados se generan en adultos mayores de 60 años, individuos que tenían algún otro problema de salud preexistente. El estatus inmunológico de la persona siempre es un factor medular a tener en cuenta. Lo mismo vale para las gripes de todos los años que ocurren en muchos lugares del mundo”, plantea Carballeda. La sintomatología para declarar “sospechoso” a un caso indica lo siguiente: signos de infección respiratoria, fiebre alta, dolor de cabeza y tos seca. El periodo de incubación promedio es de tres a siete días, con un máximo de 14, lapso durante el cual puede producirse el contagio.
Como siempre, para comprender lo que sucede en tiempo presente, más vale hurgar en el pasado. En los anales de la virología es la tercera vez que el coronavirus produce saltos de especie. Las dos primeras fueron en 2002 (SARS, Síndrome Agudo Respiratorio Severo) y 2013 (MERS, Síndrome Respiratorio de Oriente Medio). De hecho, los murciélagos son huéspedes de miles de coronavirus distintos pero tan solo de vez en cuando colonizan a los humanos.
La información, el otro virus que se propaga rápido
“La información creció de manera apabullante y ello marca una diferencia respecto a otras epidemias. Los datos están disponibles para cualquier persona que quiera conocerlos. El acceso está facilitado por las nuevas tecnologías de la comunicación. Luego, claro está, debemos discutir cuál es la calidad de eso que se cuenta”, afirma Goñi. La paranoia crece a la par de la desinformación.
Al coronavirus en China, se suma el dengue (con más de 3 millones de infectados en Latinoamérica desde agosto de 2019) y el hantavirus (que afecta a la Patagonia a través de los ratones colilargos como sus huéspedes más conocidos). Un factor importante a considerar, además del incremento de los vuelos internacionales que favorecen los rebrotes de los diversos virus, es el cambio climático y sus efectos. “Los ecosistemas pierden equilibrio. Las especies que estaban asentadas en un lugar determinado tratan de colonizar otros nichos más amables. Así, comienzan a compartir el hábitat con animales con los que antes no estaban y, en muchos casos, se acercan a comunidades humanas que en el pasado tenían a cientos de kilómetros. Lo mismo con los procesos de deforestación y la expansión de la frontera agrícola”, destaca Carballeda y completa con un ejemplo: “El mosquito que transmite dengue está cada vez más al sur del país”.
El mundo se sorprende ante la velocidad y la magnificencia china para trabajar en vacunas y construir hospitales en apenas un puñado de días. La cuarentena supone que las localidades afectadas se vacíen: los habitantes de Wuhan –ciudad epicentro del virus– salen de sus casas en horarios prefijados para adquirir las provisiones mínimas e indispensables. Los barbijos, los trajes impermeables y tanto más los dispositivos tecnológicos que miden la fiebre aportan su cuota de jolgorio y de espectacularidad a todo esto. Parece ciencia ficción pero no lo es.
Aunque el Ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, declaró que Argentina había tomado todas las precauciones del caso y que era bastante improbable que el coronavirus pudiera transmitirse de manera sostenida en el país, mucha gente sintió miedo. Y aun lo experimenta. De hecho, algunas farmacias de Quilmes han difundido que los barbijos están agotados. Parece broma pero no lo es. “Ni siquiera tenemos vuelos directos a China. La gente que viene desde allí tiene que pasar un montón de controles previos en aeropuertos intermedios. No hay que tener miedo porque no se han registrado infectados ni siquiera en los países limítrofes. Además, en esta época hace mucho calor y los virus no son capaces de resistir en el ambiente por mucho tiempo”, aclara Carballeda.
Lo cierto es que China y EEUU corren una carrera de solo dos competidores. Una lucha tácita y táctica, con prisa y sin pausa. Cualquier desventaja ajena, en este marco, suele ser aprovechada por su contrincante. Así lo comprende Carballeda cuando propone: “Hace 10 años nadie te compartía información sobre los genomas secuenciados. Todos estuvieron disponibles desde un comienzo y ello es fantástico, sobre todo, porque así no funciona tradicionalmente el sistema científico internacional occidental al que estamos acostumbrados. Un marco en el que todo es mayoritariamente secreto”. Goñi acuerda con el punto de vista y confirma: “Si el coronavirus hubiese tenido a EEUU como principal afectado, la información se hubiese manejado diferente. El gobierno de Trump ha presionado para declarar la emergencia internacional cuando el virus está circunscrito a China, algo increíble”.
::Una graduada de la UNQ, entre los argentinos en Wuhan
Karen Gomez tiene 29 años y es licenciada en Comercio Internacional. Se fue a China hace un año y medio a cursar una maestría en negocios internacionales en la Zhongnan University of Economics and Law, ubicada en la ciudad de Wuhan. Sí, el epicentro del brote de coronavirus. Desde allí grabó un video -junto a los otros 10 argentinos que buscan ser repatriados- donde contó: "Nuestro día a día es pasar el tiempo en un departamento. Otros, apenas en un cuarto, con todos los altibajos emocionales que esto implica". Ella se encuentra en una habitación de la institución donde estudia, sola, porque su compañera se fue antes de que comenzara la crisis.
La universidad le impide salir, así que le llevan la comida y la bebida. La última vez que pudo estar en el exterior fue la semana pasada, cuando fue al supermercado. Tanto al entrar allí como al atravesar las puertas de la Universidad (a la ida y a la vuelta) tuvo que pasar por un control de temperatura. "Nos enteramos de la existencia de un virus que provocaba neumonía a mediados de diciembre. Pasamos las fiestas adentro de la Universidad para no enfermarnos. No salimos por el riesgo pero no sabíamos el tamaño de este problema", aseguró en diálogo con Infobae. Ahora, pasa los días mirando series y preparando su tesis, ya que estipula finalizar el posgrado en julio.
Al parecer, esta rutina se terminará pronto: Cancillería informó que el 18 de febrero, los argentinos en Wuhan serán trasladados a Kiev, Ucrania, para que completen allí las dos semanas de cuarentena.
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