Inicio » Noticias » Artículo: “El cómo, dónde y por qué tiramos alimentos”
Mg. Eugenia Doffo.
Miembro del proyecto I+D/UNQ “El poder de la dieta: una respuesta sociológica a las desigualdades nutricionales”.

 

Se estima que un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o se desperdician, lo que equivale a 1300 millones de toneladas por año. (FAO, 2019) [1] [2]. Un problema que agrava sus consecuencias cuando en el mundo hay 820 millones de seres humanos que padecen hambre. Según la FAO cerca de la mitad de las frutas y hortalizas se descartan, sumando un total de 600 millones de toneladas. Además para producir estos alimentos se utilizan valiosos recursos naturales: 13 litros de agua para obtener un tomate o 50 litros para producir una naranja o 10.000 para una hamburguesa. También hay que tener en cuenta la fertilidad del suelo, el trabajo de los agricultores y los combustibles fósiles involucrados en alimentos que nadie va a comer.

Las frutas y hortalizas dominan las pérdidas en la producción agrícola. Los estándares de calidad establecidos y procesos pocos flexibles de la agricultura industrializada tienen una fuerte incidencia en esta pérdida. El desperdicio al final de la cadena de suministro de alimentos también es abundante lo que supone un llamado de atención también para los consumidores [3].

Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es fundamental para crear un mundo Hambre Cero y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el ODS 2 (Hambre Cero) y ODS 12 (Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles). Estos objetivos demandan mejoras técnicas así como una reducción fuerte de la desigualdad social que permita un papel activo por parte del comensal. También son necesarias políticas públicas que permitan una co-construcción entre productores y consumidores en la composición de la dieta.

Durante 2016 varios países latinoamericanos establecieron compromisos para enfrentar esta problemática. Diversos proyectos de ley y normativas que apuntan a la definición de un marco de actuación y responsabilidades para fortalecer la inversión pública y privada en ámbitos como: el desarrollo de investigación y tecnologías para el aprovechamiento de alimentos; la facilitación de la recuperación y donación de alimentos; y la promoción de hábitos de consumo responsable.

La meta 12.3 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible propone para 2030, reducir a la mitad el desperdicio pér cápita a nivel global en los niveles de venta y consumo, y reducir la pérdida de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluyendo las pérdidas poscosecha.

Los progresos respecto de la meta 12.3 de los ODS se miden por el indicador 12.3.1, que se ha dividido en dos subindicadores: el índice de pérdida de alimentos (IPA) (12.3.1a) y el índice de desperdicio de alimentos (IDA) (12.3.1b).

En Argentina, las cifras ascienden a un desperdicio anual de 16 millones de toneladas de alimentos. En lo que respecta a políticas a nivel país, Argentina ha tomado un rol activo impulsando diversas campañas y acciones a fin de contribuir a la construcción de sistemas agroalimentarios sostenibles y reducir la perdida y desperdicio de alimentos. Entre los mismos, es destacable mencionar la Ley Nacional que declara el 29 de septiembre como Día Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos; y el trabajo realizado por el Banco de Alimentos junto al Ministerio de Agroindustria y otros actores para la modificación de la Ley Nacional 25.989 (conocida como Ley Donal): Régimen especial para la donación de alimentos, con el fin de modernizar el marco normativo para incentivar las donaciones y contribuir a la reducción del despilfarro de alimentos. La modificación incluye el artículo que deslinda de responsabilidad a los donantes por los daños y perjuicios que pudieran producirse, siempre y cuando la donación se hubiese efectuado sin ocultar vicios de la cosa y contando con los controles bromatológicos exigidos por el Código Alimentario Argentino.
 
¿Qué podemos hacer como consumidores para contribuir al No-Desperdicio de alimentos?

  • Hábitos responsables para no desperdiciar:

    • Planificar las compras cuidadosamente con una agenda semanal de comidas
    • Comprar sólo las porciones necesarias
    • No elegir los alimentos por su estética, incorporando frutas y verduras “feas”
    • Revisar las fechas de vencimiento de los alimentos que disponemos
    • Almacenar los alimentos de forma adecuada
    • Lleva los restos de comida a tu casa cuando comes en un restaurante.
    • Aprovechar cada parte del alimento. Todo se pueda utilizar: hasta las hojas que envuelven a la remolacha! Es fundamental incorporar nuevas recetas!
    • Consumir primero las frutas y verduras más maduras
    • Comparte alimentos que no se consumen en fiestas o reuniones
    • Separa tus residuos orgánicos: podes hacer compost de manera sencilla y tener tierra fértil para vos o un familiar!

Juntos podemos encontrar formas para lograr una relación colaborativa entre productores y consumidores es una estrategia WIN-WIN.  Si bien la tecnología puede ser un gran aliado, es fundamental recuperar el lazo social con los alimentos para sentirnos identificados con aquello que consumimos y así reconocer el esfuerzo incorporado en la producción de alimentos.