Inicio » Noticias » Investigadores UNQ detectan variaciones del sueño por el ciclo lunar
Desde tiempos ancestrales, se habla de la influencia de la luna en los patrones de sueño o en el estado de ánimo de las personas. La ciencia, en ocasiones, se ha acercado a estudiar este fenómeno, en el caso particular de sus efectos en el sueño. Recientemente, investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) descubrieron que, en noches previas a la luna llena, la gente se acuesta más tarde y duerme menos. 
 
“Más allá de finalmente confirmar la existencia de una modulación del sueño a través del ciclo lunar, que estaba en debate hace años, lo más sorprendente es haber podido detectarla en condiciones naturales, sin importar el grado de urbanización de las comunidades. Esto no estaba en nuestros cálculos al comenzar el estudio, ya que asumíamos que este potencial efecto sólo podríamos verlo en las personas para las que la luz de la luna fuera efectivamente relevante. Nuestros datos demuestran efectos robustos, incluso en poblaciones con acceso libre a luz eléctrica”, señala Ignacio Spiousas, uno de los investigadores UNQ involucrados.
 
El principal motor de la investigación es Leandro Casiraghi,  egresado de la carrera de Biotecnología y Doctor en Ciencia y Tecnología de la UNQ. Hizo un postdoctorado en la Universidad Di Tella antes de establecerme en la Universidad de Washington en Seattle como postdoctorando. En 2021 regresará a Argentina como Investigador Asistente del Conicet nuevamente en la UNQ. Ignacio  Spiousas aportó análisis y interpretación de datos. Es Ingeniero Mecánico por la Universidad Nacional de Mar del Plata y Doctor en Ciencia y Tecnología por la UNQ. Actualmente es investigador de Conicet y trabaja en temas de neurociencia cognitiva y comportamiento humano radicado en la Universidad.
 
Su investigación se publicó en la revista Science Advances el 27 de enero de 2021 y fue una colaboración entre la UNQ, la Universidad de Washingtony la Universidad Yale. En ella reportan una oscilación en los ciclos del sueño de las personas durante el ciclo lunar, de 29.5 días de duración. En específico, en los días previos a la luna llena, las personas duermen más tarde y lo hacen por períodos más cortos. 
 
Ambas variaciones se observaron tanto en ambientes rurales y urbanos y se dieron independientemente del acceso a la electricidad de las comunidades, aunque las variaciones fueron más pronunciadas en ambientes rurales. Esto sugiere que los ritmos circadianos naturales están de alguna manera sincronizados con las fases del ciclo lunar o incorporados a ellas. 
 
La información fue recabada mediante monitores de muñeca en tres comunidades toba-qom en Argentina, una con acceso limitado a la electricidad, otra con acceso parcial y otra con acceso total. Además, los resultados se compararon con los de un estudio independiente de 464 estudiantes universitarios del área de Seattle, en Estados Unidos, y encontraron las mismas variaciones del sueño.
 
Dependiendo de la comunidad, las variaciones a lo largo del ciclo lunar fueron de 46 a 58 minutos en promedio y la hora de dormir osciló alrededor de 30 minutos. En promedio, entre los tres a cinco días previos a la luna llena fue cuando la gente se fue a dormir más tarde y durmió menos. Según los investigadores, estas noches previas a la luna llena tienen más luz natural disponible después del anochecer. Su hipótesis es que se trata de una adaptación innata la cual permitió a los antepasados del humano moderno aprovechar esta fuente natural de luz vespertina.
 
“Este trabajo refuerza la idea de que, sin importar cuánto esfuerzo hagamos los humanos para aislarnos del entorno natural – por decisión propia o necesidad -, no podemos independizarnos de las señales ambientales. Dicho esto, una aplicación directa de estos resultados en nuestra vida corriente, y en particular para todas aquellas personas con dificultades para conciliar el sueño en la noche, sería recordar extremar nuestras medidas de «higiene del sueño»  durante las noches previas a una luna llena: reducir la exposición a luz artificial intensa en la noche, no exponernos a estímulos muy fuertes, etcétera”, concluye Spiousas.
Leandro Casiraghi junto a Adán García

Publicación en Science Advances