Inicio » Noticias » “Un 25 de Mayo diverso y plural”
Hoy se cumplen 212 años desde aquel 25 de mayo de 1810. Según el mito nacional, ese día nació la Argentina. En actos escolares, crónicas periodísticas, historias oficiales dicha jornada supuso el quiebre con España y el origen de una nueva nación. Estos mismos relatos insisten una y otra vez en recordarnos los nombres de héroes patrióticos como Saavedra, Moreno, Paso, Castelli. Sin embargo, hoy la reconstrucción histórica sobre los sucesos de mayo y la década de 1810 nos ofrece un panorama más diverso y plural.
 
El artista uruguayo Juan Manuel Blanes reprodujo en 1841 aquella jornada histórica (cuadro Nro. 1). Si observamos atentamente el cuadro, vemos un grupo escueto de hombres blancos, vecinos distinguidos, militares, funcionarios, miembros del clero. Pero el 25 de mayo de 1810 y los sucesos posteriores, involucraron a un conjunto de actores que no aparecen en este cuadro: mujeres,  sectores plebeyos, mulatos, mestizos. Invisibilizados por el relato oficial, sin embargo, los actos escolares nos  invitaban a disfrazarnos de caballeros, pero también de “damas antiguas” y otras personas sin nombre y apellido como el aguatero, la vendedora de pastelitos, el lechero, la lavandera, el vendedor de velas, etc. Hombres y mujeres, funcionarios y vendedores, elites y plebe, blancos y pardos compartieron el espacio público y fueron los protagonistas de los sucesos de mayo de 1810 y los años subsiguientes.
 
Contrario al relato escolar que aún se repite incansablemente y cimienta el mito nacional, pocas cosas estaban claras en 1810. En 1808 el rey español Fernando VII fue tomado prisionero por las fuerzas napoleónicas. En la denominada Farsa de Bayona se designó a José Bonaparte, hermano del Emperador Francés, como Rey de España. Las autoridades coloniales (así como ciertos grupos en España), desconocieron por ilegítima la nueva autoridad política. Un movimiento juntista se inició en la metrópoli y asumió el gobierno en nombre del rey cautivo. Pero en mayo de 1810 la Junta Central de Sevilla cayó en manos del ejército napoleónico. Cuando arribaron las noticias al Río de la Plata, un grupo de vecinos destacados presionaron al Virrey Cisneros para que convocara un Cabildo Abierto. Funcionarios, magistrados, sacerdotes, oficiales del ejército y milicias y vecinos distinguidos de Buenos Aires (como se ve en el cuadro de Blanes) se reunieron en el edificio colonial.  
 
El Cabildo Abierto depuso al Virrey Cisneros y en su lugar el Cabildo asumió el mando en nombre del rey cautivo, muy pocos pensaron en ese momento en la posibilidad de la independencia. A este se le encargó formar una Junta de gobierno como en España y ratificar entre las ciudades cabeceras del resto del Virreinato la decisión política tomada por Buenos Aires.  No debemos olvidar que los sucesos de mayo revisten un carácter netamente porteño (a diferencia del 9 de julio de 1816 que encontró a representantes de todas las provincias reunidas en Tucumán). No fue hasta más tarde que el resto del territorio se anotició de lo sucedido en la capital virreinal y no todos manifestaron su acuerdo.
 
Una Buenos Aires movilizada, politizada y militarizada luego de las invasiones inglesas de 1806 y 1807, había inaugurado ya la participación política plebeya. En los últimos 30 años la historiografía recuperó el lugar ocupado por estos sectores en los sucesos de mayo y sus voces. Como Fradkin, Di Meglio, Bragoni entre otros historiadores han señalado, la plebe fue un actor en el desarrollo de los sucesos políticos de la década de 1810 y se convirtieron en uno de los elementos inherentes a la política nacida de la Revolución. Intervinieron en los asuntos políticos, pelearon por demandas propias y fueron protagonistas de celebraciones públicas.
 
Los acontecimientos de mayo le otorgaron una nueva visibilidad pública a aquellos sectores antes invisibilizados. Esto lo podemos ver en la litografía de 1841 de Pellegrini (cuadro Nro. 2). Allí se reproduce un momento de las fiestas mayas. Las celebraciones eran momentos de encuentro entre las elites y los sectores plebeyos, hombres y mujeres, blancos y “trigueños” como puede verse en la litografía. Las Damas con sus miriñaques y peinetones y los Caballeros con sus chaquetas oscuras, ceñidos calzones cortos, medias de seda y galera en el centro de la escena retratada por Pellegrini comparten el espacio público y la celebración con changadores, vendedores ambulantes, lavanderas, etc. Las celebraciones eran eventos en los cuales se instruía a estos sectores sobre los nuevos valores patrióticos, eran también una forma de ganar su adhesión y celebrar las noticias favorables para la causa revolucionaria.   
 
Belgrano, San Martín, Güemes, repite el mito escolar, fueron los héroes revolucionarios. Pero pardos y mestizos, peones y matarifes fueron protagonistas de las guerras de la independencia también. Voluntarios o reclutados por la fuerzas, ellos fueron los soldados que pelearon y dieron sus vidas por la revolución y la independencia.
 
Otro actor protagónico de los sucesos de mayo y las guerras de independencia fueron las mujeres.  Sus heroicas acciones lentamente están siendo incorporadas al panteón de héroes masculinos. Estas debatieron sobre la  nueva forma de gobierno a instaurarse y empujaron el movimiento hacia el quiebre con España. Mariquita Sánchez, Encarnación Escurra, Ana Riglos, Melchora Sarratea, Casilda Igarzábal organizaron, participaron y debatieron en las tertulias las nuevas ideas políticas que venían de Europa. Y su papel asimismo se extendió al campo de batalla donde pelearon a la par de muchos hombres como  Juana Azurduy (cuadro Nro. 3), María de los Remedios del Valle y Macacha Güemes. Y otras tantas mujeres sin nombre criollas, mestizas, pardas participaron acompañando los ejércitos patrióticos y desde la retaguardia contribuyeron a la causa para alimentar y asegurar la vestimenta de la tropa.
 
La tercera década del siglo XXI nos invita a seguir pensando el 25 de mayo de 1810 desde una perspectiva más heterogénea, plural y diversa. Debemos recuperar las voces y caras de aquellos sujetos invisibilizados por la historia tradicional, que hoy luchan por encontrar su lugar en la historia, en nuestras fechas patrias y en la vida política. Si la nación argentina sigue necesitando celebrar sus mitos fundacionales, que estos mitos respondan a los cambiantes escenarios sociales, culturales y políticos de la Argentina contemporánea.
UN 25 DE MAYO DIVERSO Y PLURAL. Por Dra. Alina Silveira